CAMPOS DE INICIATIVAS’ Y ‘PROCESOS TRANSVERSALES’ EN LA CREACIÓN DE UNA NUEVA CIVILIZACIÓN


Una nueva civilización significa desarrollar nuevas maneras de vivir, de experimentar y satisfacer las necesidades, de producir y reproducir la vida social, de organizar la convivencia.
 
Existen actualmente numerosas iniciativas y experiencias económicas, políticas, tecnológicas, educacionales y culturales 'alternativas', que son portadoras incipientes de esas nuevas formas de vivir. Es así que podemos identificar numerosos elementos de la nueva civilización ya presentes en la actualidad. Ellos nos permiten apreciar que el tránsito ya ha comenzado y se encuentra en unos niveles de desarrollo significativos y auspiciosos.
 
Una nueva civilización implica cambios prácticamente en todos los aspectos y ámbitos de la vida personal y colectiva. Pero hay algunos en que las novedades y cambios son más necesarios y más profundos, porque en ellos son más graves los problemas que afectan actualmente a las personas y a la sociedad.
 
Podemos identificar diferentes ámbitos de actividad en que es más importante el despliegue de iniciativas creadoras de nuevos modos de hacer las cosas y de vivir. Cada uno de ellos integra un conjunto de temas, problemas y aspectos que los constituyen en su complejidad. Los llamaremos ‘campos de iniciativas’, siendo los principales los siguientes:
 
1. La alimentación.
 
La alimentación es obviamente esencial, y constituye un primer ‘campo de iniciativas’ de gran importancia en el tránsito hacia una nueva civilización.
 
Actualmente la alimentación presenta graves problemas, que afectan la salud y un buen desarrollo humano.
 
La producción de alimentos vegetales, realizada en forma extensiva, emplea cantidades enormes de fertilizantes químicos y de pesticidas de alta potencia, afectando la genuinidad de los productos y dañando las tierras de cultivo. Hay severos problemas en la reproducción de las semillas y en los cultivos transgénicos.
 
En cuanto a la producción de alimentos cárnicos, la crianza masificada de aves, porcinos y bovinos, y el uso de hormonas y estimulantes artificiales del crecimiento, atentan contra principios elementales del respeto a la vida, y generan productos cuyos impactos negativos sobre la salud están siendo investigados.
 
La elaboración industrial de bebidas y alimentos ‘chatarra’, con excesos de azúcares y grasas, y con sobreabundancia de saborizantes y colorantes artificiales, afectan especialmente la salud de los niños. Los alimentos ultraprocesados son perjudiciales, adicivos, generan aumento de peso y obesidad.
 
Haciendo frente a esos problemas, han surgido en las últimas décadas numerosas experiencias orientadas a generar cambios profundos en los modos de producir alimentos y de consumirlos.
 
Se están desarrollando formas de cultivar alimentos sanos, tales como las huertas orgánicas de autoconsumo, la agricultura biológica u orgánica, la agroecología, la permacultura, la conservación de semillas, las crianzas responsables, etc.
 
Se difunden opciones de alimentación saludable, como el naturismo, el vegetarianismo, el veganismo, la alimentación macrobiótica, y diversas modalidades de dietas saludables.
 
Están también las organizaciones de consumidores, que exigen que los productos alimenticios cumplan normas básicas de salubridad, etiquetados transparentes, genuinidad, etc.
 
Podemos mencionar también movimientos como el slow food, que propician una mejor cultura de la comida y la alimentación, respetar los ritmos y ambientes de una alimentación saludable, promover las tradiciones culinarias regionales y locales, y buscar una mejor calidad de vida asociando el placer y el conocimiento en la alimentación.
 
Estas y otras experiencias orientadas hacia formas de alimentación muy diferentes a las que ha difundido e impuesto la economía y el mercado capitalista, incluyen aspectos importantes de un nuevo modo de vivir y de consumir, mejor relacionados con la naturaleza, más saludables y equilibrados. 
 
Y son relevantes también en cuanto a adquirir un creciente control de las propias condiciones de vida, que implican a nivel personal, familiar, comunitario y social, una creciente autonomía y seguridad.
 
Respecto a todas las tendencias y movimientos mencionados, es importante tener en cuenta que la nueva civilización supone siempre la libertad y la responsabilidad de las personas en base a sus propios modo de ser, de sentir, de pensar y de actuar, de modo que las formas de alimentación emergentes no pueden imponerse, sino que han de difundirse mediante el conocimiento riguroso de las ventajas y de las limitaciones propias de cada alternativa.
 
2. La Energía.
 
Todo proceso y actividad económica implica emplear energías, constituyendo éste un segundo ‘campo de iniciativas’ de alto impacto en el tránsito hacia una nueva y mejor civilización.
 
En las sociedades industriales, de alta urbanización y poderoso aparato estatal, se emplean volúmenes gigantescos de energía, en la producción, el transporte, la iluminación y la seguridad.
 
Para requerimientos tan elevados, la producción de energía se realiza actualmente en plantas inmensas, altamente concentradas, que emplean principalmente carbón, petróleo, gas, energía nuclear, y embalses de agua de dimensiones colosales.
 
Estas formas de generación de energía presentan severos problemas: algunas no son renovables y tienden a escasear y agotarse; otras presentan problemas de seguridad no plenamente resueltos; casi todas tienen graves efectos de contaminación atmosférica, de las aguas, afectan el medio ambiente y contribuyen al cambio climático.
 
Buscando resolver estos graves problemas se han desarrollado formas energéticas nuevas basadas en fuentes renovables, limpias o menos contaminantes, producidas en escalas de menor tamaño, y controlables por la población de cada lugar en que se asientan.
 
La energía solar en sus varias modalidades de captación, acumulación y distribución; la energía de los vientos; la de las aguas de paso; el aprovechamiento de la energía contenida en la biomasa, y algunas otras, forman parte de una búsqueda tendiente a producir energías alternativas respecto de aquellas que presentan los problemas señalados.
 
Forman parte de las nuevas soluciones las tendencias a una más elevada eficiencia que permita reducir el consumo de energía, especialmente en las grandes ciudades y en el transporte de productos y de personas. Se están realizando en tal sentido importantes innovaciones tecnológicas.
 
En la misma dirección se instalan prácticas sociales como la difusión masiva del uso de la bicicleta, y la reducción de las necesidades de desplazamiento físico de las personas y de las mercancías.
 
Es indudable que una nueva civilización requiere alcanzar niveles crecientes de autonomía en el ámbito energético, y afrontar de modos nuevos los problemas de su generación, acumulación y distribución.
 
Ello parece ser una condición necesaria de la sobrevivencia de la vida civilizada, atendiendo a los graves efectos que están teniendo y que tenderían a crecer gravemente si continuamos produciendo y utilizando las energías de los tipos y en los modos en que se ha hecho en la civilización industrial y estatal moderna.
 
 3. La salud.
 
La salud constituye una preocupación primordial de las personas y las familias. Es un tercer ‘campo de iniciativas’ de gran importancia en el encuentro de formas mejores de vivir, correspondientes a una nueva civilización.
 
En las sociedades modernas, no obstante los avances logrados en la disminución de la mortalidad infantil y en el alargamiento de las expectativas de vida, existen muy serios problemas de salud que los modos actuales de procesarla no permiten resolver.
 
Se ha difundido un enfoque mecánico de la salud humana, en que las enfermedades son combatidas con drogas y fármacos especializados para cada dolencia, o mediante cirugías y transplantes de órganos.
 
Con este sistema las personas son objeto de atenciones médicas cada vez más frecuentes, en hospitales y clínicas masivas, en correspondencia con la frecuencia y la difusión social de las enfermedades. Los fármacos y drogas van perdiendo eficacia a medida que se repiten en el tratamiento de enfermedades reiteradas, requiriéndose cada vez dosis mayores y productos de mayor potencia invasiva.
 
Cabe añadir que en la vida moderna se multiplican las enfermedades nerviosas y mentales, el estrés, la depresión, la pérdida de sentido de la vida, la anomia moral, generando formas de vida abiertamente insanas.
 
En las atenciones de salud predominantes no se considera que los seres humanos somos personas integrales, en que las dimensiones corporal, afectiva, intelectiva, de convivencia social y de relación con la naturaleza son interdependientes y constituyen aspectos esenciales de la salud física y mental.
 
En la actualidad las personas son altamente dependientes de los sistemas de salud, carecen de una consistente cultura de la salud que les proporcione autonomía y autocontrol de su bienestar, y muchas enfermedades son autoprovocadas, por malas prácticas de alimentación, de higiene, de cuidado del cuerpo, por consumos adictivos, etc.
 
Como respuesta frente a estas situaciones y problemas, se han desarrollado múltiples formas, concepciones y prácticas alternativas. Cabe mencionar, entre otras, el empleo de dietas, de plantas medicinales, y de extractos vitamínicos y minerales de base biológica.
 
Fundadas en una concepción integral del ser humano, existen experiencias y movimientos que buscan la conservación de la salud y el mejoramiento del bienestar trabajando sobre la conexión mente – cuerpo – espíritu, ente las que cabe mencionar el reiki, las técnicas de yoga y meditación, las terapias enrgéticas, etc.
 
Hay búsquedas centradas también en la recuperación de saberes medicinales antiguos, como la medicina tradicional china, la acupuntura, la medicina ayurvédica, la homeopatía y la naturopatía.
 
Algunas de estas formas de salud ‘alternativa’ están sustentatadas o han sido avaladas por investigaciones científicas rigurosas, mientras que otras se basan en saberes ancestrales y/o de base filosófica y espiritual.
 
Entre la espiritualidad y la salud existen vínculos esenciales, que todas las grandes tradiciones espirituales han siempre resaltado. Lo que al respecto parece hoy necesario es transitar desde prácticas religiosas basadas en el sacrificio y en instituciones jerárquicas, a formas de vida espiritual comprometidas con la felicidad, la plenitud del desarrollo humano, la convivencia fraternal y la valoración de la vida y de la naturaleza en toda su riqueza y diversidad.
 
Saber quién y cómo uno es, conocerse a sí mismo, desarrollar una cultura de la salud, adquirir niveles crecientes de autonomía en la gestión del cuerpo, de la mente y del espíritu, constituyen orientaciones esenciales para una vida más plena, que contribuyen al tránsito hacia una nueva civilización.
 
Lo importante, en el tránsito hacia una nueva civilización, no son tanto las prácticas mismas sino el enfoque integral del tema y de los problemas de la salud, que involucran las dimensiones corporales, mentales y espirituales que son esenciales para el desarrollo y la realización humana plena.
 
Igual que en el tema de la alimentación, en este ‘campo de iniciativas’ que identificamos como la salud, es necesario el respeto de las opciones personales, así como la responsabilidad frente a enfermedades y situaciones que requieren la intervención de la medicina moderna.
 
4. La educación.
 
Un cuarto importantísimo ‘campo de iniciativas’ para alcanzar una vida más plena e ir hacia una nueva civilización, es el de la educación. La actual educación escolar es todavía hoy la que se estructuró a comienzos del siglo pasado con la finalidad de preparar e introducir a los niños y jóvenes en la sociedad industrial y estatal.
 
Es una educación que estandariza, masifica y disciplina a una gran mayoría de niños y jóvenes preparándolos para ocupar lugares subordinados y funciones dependientes en la economía, en la política y en la cultura. Es una educación que inhibe la creatividad, castiga la autonomía y fomenta el individualismo.
 
Muchos educadores, que han tomado conciencia de esta lamentable educación escolar, han desarrollado sistemas y métodos de educación alternativa, orientados a la formación integral de los niños y jóvenes, poniendo énfasis en el desarrollo de la creatividad, de la autonomía y de la solidaridad.
Escuelas Montessori, Waldorf, Escuela Nueva y varias otras constituyen modelos educativos que, manteniéndose insertos en el sistema escolar exigido por los Estados, aplican metodologías que buscan superar sus limitaciones y deformaciones más evidentes.
 
Por otro lado, las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones están dando lugar a un amplio proceso de experimentación, destacando la notable expensión que está teniendo la educación a distancia y el e-learning, que junto con multiplicar las opciones respecto a los contenidos y las formas de la enseñanza, fomentan el autoaprendizaje y la responsabilización de cada uno respecto a sus desarrollos cognitivos.
 
La creciente conciencia de los defectos de la educación escolar están llevando también a muchas familias a acentuar sus actividades educativas, siendo muy significativas las modalidades de educación en el hogar (Homeschooling) que se están difundiendo.
 
La búsqueda de formas de educación que faciliten la formación de personas creativas, autónomas y solidarias, y que promuevan el tránsito hacia una nueva y mejor civilización, es un ‘campo de iniciativas’ abierto a la exploración, tanto en cuanto a los contenidos de lo que corresponde enseñar, a lo ambientes y contextos educativos que puedan organizarse, y a los métodos de enseñanza-aprendizaje. 
 
5. La Ecología y Medio Ambiente.
 
Los problemas del planeta tierra, provocados por la actividad humana, son muy serios. Cada vez hay más evidencia científica sobre el cambio climático, la contaminación de la atmósfera y de las aguas, la desertificación, la extinción de especies, los desequilibrios ecológicos y el deterioro del medio ambiente en general, producidos por el modo en que crece y se expande la economía y la sociedad sobre la tierra. Los efectos se dejan sentir sobre la población, que se ve afectada por cada vez más frecuentes y graves desastres (incendios de bosques, aluviones, inundaciones, sequías, etc.).
 
Se sabe que continuar por el mismo camino conduciría en algún momento no muy lejano a una verdadera catástrofe ambiental y demográfica que afectaría a toda la especie humana. Lo sorprendente es que, si bien aumenta el conocimiento científico y la conciencia social sobre todo esto, nuestras sociedades no cambian de rumbo y se persiste en crecer, producir, consumir y vivir de los mismos modos en que se viene haciendo, con tan graves consecuencias.
 
Una característica típica de la civilización moderna es delegar en el Estado y en las grandes organizaciones económicas la solución a los problemas que aquejan a las personas y a la sociedad. Eso, que ocurre en cada uno de los temas que hemos destacado como ‘campos de iniciativa’ para el tránsito hacia una nueva civilización (la salud, la alimentación, la educación, la energía), sucede de manera especialmente acentuada respecto a los problemas de la ecología y el medio ambiente. Pero ni los Estados ni las grandes organizaciones y corporaciones económicas resolverán estos problemas, pues son ellos que los han generado y los reproducen.
 
Lo que se requiere es una multiplicidad de iniciativas y de acciones particulares, locales, diversas, desplegadas con la máxima descentralización, de modo que en cada lugar o territorio donde se encuentre asentada una persona, una familia, una comunidad, un país, ellos mismas se hagan cargo de su propio ambiente y de las condiciones y circunstancias ecológicas en que se desenvuelve su vida. Dicho más concretamente, cada uno es responsable de la ecología en su casa, en su barrio, en su Comuna, en su territorio.
 
El tránsito a una nueva civilización supone que las personas superen la subordinación y dependencia en que se encuentran, y que asuman protagónicamente el desarrollo de los nuevos modos de vivir, de actuar, de relacionarse y de convivir, desplegando su propia creatividad, autonomía y solidaridad.
 
Frente a los desequilibrios ecológicos y el deterioro del medio ambiente, se despliegan actualmente variadas experiencias, como el reciclaje y la recuperación de desechos, la protección de los animales, el cuidado de la flora y la fauna propias de la región y localidad en que se vive, el empleo racional de las aguas, etc. De ellas son protagonistas personas y grupo conscientes, que se hacen cargo de proteger sus ambientes y contextos naturales y sociales.
 
Un aspecto esencial de la nueva civilización ha de ser un nuevo modo de relación de las personas y de la sociedad con la naturaleza, entendida como condición de la propia sobrevivencia de la humanidad, y como lugar de realización de la experiencia humana en todas sus dimensiones, en conexión con las diferentes formas de vida existentes en la tierra, y con los ambientes y paisajes que nos configuran.
 
Los ‘Procesos Transversales’.
 
Hemos identificado cinco principales ‘campos de iniciativas’ en que es necesario desplegar, y en que  se están desarrollando de hecho, numerosas experiencias conducentes a difundir los nuevos modos de vivir, de relacionarse, de pensar y de actuar, correspondientes a una nueva civilización.
 
En todos y en cada uno de ellos se están creando y difundiendo nuevos modos de hacer economía, nuevas formas de coordinar las decisiones, y nuevas estructuras del conocimiento. A estos procesos que innovan profundamente en los modos de hacer economía, política y ciencia los llamaremos ‘procesos transversales’, porque están impulsando, dando coherencia y potenciando, a todas las experiencias que se van realizando en esos cinco ‘campos de iniciativa’. Ellos son:
 
1.     La economía solidaria.
 
Un primer ‘proceso transversal’ es el de la economía solidaria. En lo esencial, ella consiste en organizar y ejecutar las actividades y los procesos económicos conforme a una racionalidad solidaria, que pone la realización plena de las personas y el desarrollo social integral como los grandes fines a los que se orientan la producción, la distribución, el consumo y la acumulación.
 
Ello se cumple en empresas y unidades económicas diversas, pero que se distinguen por articular a sus componentes internos y relacionarse con terceros y en los mercados, en base a criterios de justicia, cooperación, comunidad, reciprocidad y solidaridad, y teniendo siempre en vista el bien común.
 
La economía solidaria se despliega en todos los campos y rubros de la actividad económica; pero presenta especiales ventajas, eficiencias y potencialidades al aplicarse a los ‘campos de iniciativa’ de la alimentación, la energía, la salud, la educación y el medio ambiente.
 
Al dar su propia impronta a las iniciativas que se crean en estos distintos ‘campos de iniciativa’, la economía solidaria los potencia y los relaciona sinérgicamente. Y dada su propia racionalidad, los hace más coherentes con los objetivos últimos del desarrollo de nuevos modos de vivir, de relacionarse, de pensar y de actuar, en la perspectiva de un civilización creativa, autónoma y solidaria.
 
2.     La coordinación horizontal de las decisiones.
 
Un segundo ‘proceso transversal’ se refiere a la necesaria coordinación de las decisiones y de las iniciativas y experiencias independientes que se despliegan en cada uno de los ‘campos de iniciativa’ mencionados.
 
Hemos destacado que los nuevos modos de alimentación, generación y distribución de la energía, cuidado de la salud, educación y protección de la ecología y el medio ambiente, implican opciones que asumen libremente las personas, que despliegan nuevos modos de vivir, los cuales no pueden ser impuestos por la fuerza ni considerados como las ‘soluciones’ definitivas de los problemas.
 
En estas experiencias se manifiesta una notable diversidad y pluralismo, y no se estructuran autoridades, poderes concentrados ni grandes organizaciones que se impongan sobre las personas ni sobre las experiencias. En ellas no se institucionaliza la separación entre los dirigentes y los dirigidos, que es típica de las grandes organizaciones y estructuras de la civilización capitalista y estatista.
 
En los procesos de creación de la nueva civilización, las personas y los grupos despliegan sus iniciativas con autonomía, en base a su propia creatividad, y solidarizando entre ellos y con el entorno social.
 
Esto implica que el orden colectivo no se impone por la fuerza ni mediante el ejercicio del poder, siendo en cambio indispensable la coordinación de las decisiones independientes, adoptadas por quienes participan libremente en ellas.
 
Es en tal dirección que, en cada ‘campo de iniciativas’ se constituyen redes horizontales que vinculan a las experiencias, les permiten compartir informaciones, se intercambian aprendizajes y saberes, y se coordinan las decisiones cuando se plantean iniciativas y proyectos que convocan la participación de muchos actores.
 
3.     El conocimiento comprensivo de la complejidad.
 
Cada uno de los ‘campos de iniciativas’ en que se dan las búsquedas de formas nuevas de vivir y de resolver los problemas, requieren el desarrollo de conocimientos rigurosos, y de alta complejidad en cuanto en ellos se trata de articular las diferentes dimensiones de la experiencia humana, en orden al desarrollo integral.
 
Por ello, y para transitar hacia una nueva y superior civilización - en la alimentación, en la energía, en la salud, en la educación, y en la ecología y medio ambiente - es necesario alcanzar formas de conocimiento superiores a los que sirven para orientar los procesos estandarizados y unilaterales propios del capitalismo y el estatismo.
 
Hablamos de la necesidad de alcanzar un conocimiento científico que hemos denominado 'comprensivo', y una forma de pensamiento avanzado que ha sido identificado como 'complejo'.
 
El pensamiento unilateral en las ciencias sociales, tiende a hacer generalizaciones 'sistémicas', en el sentido de considerar que toda la realidad está integrada funcionalmente y cada aspecto de ella se encuentra marcada por un único rasgo esencial. Así, se desconoce la pluralidad y se hace imposible comprender la posibilidad de transformaciones estructurales que no sean 'sistémicas', esto es, globales y completas, que se cumplen 'de una vez'.
 
El pensamiento complejo implica superar el pensamiento ideológico caracterizado por el simplismo de las ideas y de las propuestas de transformación de la realidad social.
 
El conocimiento comprensivo implica superar el conocimiento positivista, caracterizado por separar lo objetivo y lo subjetivo, prescindir de los valores en el análisis de los hechos sociales, simplificar la realidad proponiendo teorías generales a partir de aspectos particulares de la realidad.
 
El conocimiento comprensivo implica un esfuerzo de asimilación de concepciones teóricas diversas y aparentemente contradictorias, y en base a ello, la elaboración de un punto de vista superior que, reconociendo la parcial validez de cada una de las teorías parciales, las integra y las supera en una síntesis superior.
 
Con el conocimiento comprensivo y el pensamiento complejo se llega a comprender la diversidad y la complejidad de las estructuras y de los procesos reales, lo que permite generar iniciativas de transformación diversas, creativas, autónomas, realistas, que parten del análisis particular de las condiciones particulares en que se vive y actúa.
 
Ello teniendo en cuenta que el conocimiento se encuentra socialmente repartido, que nadie es poseedor de la verdad completa, y que todos los procesos económicos, políticos y culturales son altamente complejos, por lo cual las transformaciones progresivas que conduzcan a la creación de una nueva civilización deben ser pluralistas, multifacéticas y diversificadas.
 
Luis Razeto Migliaro


 
Para quienes deseen profundizar el conocimiento de la civilización moderna y de su crisis orgánica, y quisieran ser parte de las iniciativas y procesos emergentes que están iniciando la creación de una civilización nueva y superior, recomendamos el libro ¿CÓMO INICIAR LA CREACIÓN DE UNA NUEVA CIVILIZACIÓN?, al que se accede desde este enlace:
 



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