Nos
preguntamos si hay alguna actividad, o alguna dimensión de la vida
social, que podamos considerar como central de la nueva estructura de
la acción transformadora, y que en consecuencia se constituya como
determinante en el proceso de creación de la nueva civilización.
En
la civilización moderna ha sido afirmado con fuerza, por parte de la
mayoría de los intelectuales y de las organizaciones que han tenido
la intención de transformar la sociedad, que el primado corresponde
a la política, que sería la actividad central . Es por ello que se
ha sostenido que todo cambio societal debe comenzar desde el Estado,
que ha de ser primeramente 'conquistado' por los sujetos políticos
portadores del proyecto transformador.
De
acuerdo a lo que hemos expuesto anteriormente, en
la nueva civilización la primacía o centralidad no debiera radicar
en la política, sino en la cultura y en el conocimiento, que por su
capacidad de fijar objetivos al desarrollo histórico y de dar
sentido a la vida humana, tendrán la capacidad de orientar y dirigir
– no autoritaria ni burocráticamente - tanto los procesos sociales
como los procesos económicos y políticos. La
economía y la política se orientarían conforme a los objetivos del
desarrollo humano establecidos en el ámbito de la cultura y del
saber compartidos.
Esto
hace de la sociedad
civil el lugar
preferente para la acción integradora y transformadora, o sea para
la nueva política, a diferencia de lo que ocurre en la civilización
moderna, en que la política se desenvuelve preferentemente al nivel
de la sociedad política y del Estado.
Esta
afirmación, sin embargo, debe considerarse como una afirmación
provisoria e imprecisa, pues la distinción entre sociedad civil y
sociedad política responde a una separación entre dos esferas - la
del poder público por un lado, y la de las actividades privadas,
asociativas y no-gubernamentales por el otro; la de los dirigentes en
lo alto y la de los dirigidos en la base -, una separación que
corresponde y que ocurre realmente en la civilización moderna, pero
que no debiera reproducirse en una civilización nueva y superior.
Pero
la afirmación de la primacía de la sociedad civil tiene sentido en
la actualidad, o sea mientras la sociedad civil y la sociedad
política se encuentren separadas. Es por eso que, puesto que se
parte de la realidad actual para transformarla, la nueva política
empieza a construirse desde la sociedad civil existente, y a través
de su propio desenvolvimiento y despliegue va
configurando la nueva política en el seno de la sociedad civil. Así,
construida la nueva política al interior de la sociedad civil, en
la futura civilización una vez constituida, la distinción entre
sociedad civil y sociedad política ya no será una distinción entre
realidades diferentes, sino una distinción meramente gnoseológica.
Dicho más concretamente, en
la nueva civilización no debiera constituirse una 'clase política'
distinta y separada de la sociedad civil.
No
se concentra la acción transformadora en el Estado ni en el
gobierno, no se acepta ya la primacía de la política, la acción
transformadora se desplaza desde la sociedad política hacia la
sociedad civil. La razón de tal desplazamiento es que el nuevo
sistema de acción transformadora está orientado a superar la
civilización de la política, de los partidos y del Estado, a
superar la distinción entre dirigentes y dirigidos. Si en cambio
definiéramos la acción transformadora en el marco de la sociedad
política, nos quedaríamos dentro de la política propia de la
civilización moderna y de su orden social en crisis.
Una
obvia consecuencia de lo que estamos afirmando, es que en la nueva
política no se trata de crear uno o varios nuevos partidos
políticos. La entidad 'partido político' es propia de la
civilización moderna: su primera figura histórica fue el partido
jacobino, y su naturaleza es incompatible con la nueva civilización
que deseamos crear.
Hay
varias razones de esta incompatibilidad; pero la principal es el
hecho que, por definición, un partido político es la organización
de un grupo particular, que al agruparse se separa e intenta ponerse
por encima de la comunidad con la intención de dirigirla. Provisto
de una determinada ideología o doctrina, y representando los
intereses particulares de un sector de la sociedad, el partido se
crea con vocación de poder, teniendo explícita o implícitamente la
intención de promover esa ideología o doctrina y esos intereses
sectoriales, utilizando para ello el control total o parcial del
gobierno del Estado. Y como los grupos que aspiran a lo mismo son
varios, cada uno aspirando a representar a una parte de la sociedad y
promoviendo una ideología o doctrina particular, la sociedad tiende
a dividirse políticamente, a 'partirse' precisamente. Por ésta su
naturaleza propia, los partidos políticos luchan entre sí,
disputándose el favor ciudadano y el poder del Estado; en
consecuencia, los partidos políticos generan división y conflicto
en la sociedad. Hay partidos que declaran explícitamente este modo
de ser, y otros que lo pueden negar; pero así es y así actúa un
partido político en la sociedad actual.
Por
su propia naturaleza los partidos políticos afirman y actúan la
'centralidad de la política'. La centralidad de la 'sociedad civil'
de que hablamos, comporta un modo de organizar la vida social y de
realizar la transformación histórica de manera muy distinta. La
centralidad de la 'sociedad civil' significa ante todo, que la nueva
política se construye 'desde abajo', desde lo que actualmente se
encuentra subordinado: desde lo que los partidos suelen llamar la
'base social'. Es superando esa subordinación, que las personas y
sus comunidades, organizaciones y redes, despliegan sus propias
actividades de ordenamiento y de transformación social. No lo hacen
desde poderes concentrados que se hayan elevado por encima de la
comunidad y en los cuales no participan. El
orden político se configura, en tal sentido, como una comunidad de
comunidades, como una organización de organizaciones, como una red
de redes.
Procediendo
de este modo, la 'sociedad civil' se va constituyendo progresivamente
como 'sociedad política'; se va desarrollando una sociedad civil que
es activa políticamente; y una sociedad política que no estará ya
separada de la sociedad civil, pues es en la misma sociedad civil
donde se configura y establece el orden social necesario para el
desarrollo, la transformación y el perfeccionamiento de la vida
humana.
La
nueva política no es 'partidista' sino integradora de la diversidad,
y no es la expresión de las singularidades de grupos humanos
diferenciados según sus convicciones ideológicas y sus intereses
corporativos, o de clases o grupos sociales. Pero entonces surgen dos
preguntas: ¿Qué hace la nueva política con las distintas ideas y
los diferentes puntos de vista de las personas y de los grupos
sociales? Y ¿qué hace la nueva política con los diferentes
intereses particulares, de grupos y de sectores sociales?
Luis Razeto